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El cuaderno del naturalista
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enigm
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MensajePublicado: 18/11/2023 03:31    Asunto: Responder citando

Mortantonio escribió:
Pues necesito que me expliques lo que son flores conspicuas. Wink


Visibles y llamativas, por oposición a las criptógamas, cuya reproducción esta oculta a la vista y carecen de flores y semillas. Smile

Me alegra que os guste, continúo y añado un poco más. Razz


EL CUADERNO DEL NATURALISTA


Esta es la historia de un observador de la naturaleza.
Está basada no en uno, sino en los numerosos cuadernos de campo donde, sutilmente, fui registrando y con frecuencia ilustrando, mis observaciones de las últimas cuatro décadas.
Aquí conoceremos -con no pocos detalles-, las circunstancias en que han tenido lugar y descubriremos la naturaleza tal como se presenta a un persistente y tenaz observador.
Comenzamos, como todas las historias, por un tiempo pretérito:
Estamos a principios de 1.982, aunque soy muy joven, ya poseo esa necesaria compulsión científica que irrefrenablemente me impulsa a registrar todo lo que observo en el medio natural. Existía un prado en el barrio, entonces periférico, de la zona oeste de Córdoba donde habitaba, que a pesar de su apariencia baldía no estaba en absoluto exento de interés.
Ese fue el día en que comenzó todo. Era sábado, y en la víspera, durante el colegio, había reclutado a mi amigo Diego Rosales para secundarme en la expedición. Recorreríamos dicha extensión de terreno en busca de todo aquello, que ya sea con patas, alas o raíces, nos vaya saliendo al paso. Con ese material compondría un informe natural del área objeto de nuestro estudio.
-Esto parece un trabajo de clase, replicó posiblemente Diego. ¿De estudiar algo no sería mejor centrarnos en las asignaturas académicas, a ver si así aprobamos alguna?
-Que importa si aprobamos o no, esto es más importante y emocionante.
Diego no era un niño demasiado castigado por las inquietudes científicas. A pesar de ello, conseguí una vez más contagiarle mi entusiasmo y accedió de buena gana.
Aquella tarde parecía indicada para la observación de artrópodos, así fue que nos encontramos invadidos por arañas e insectos. Poco después, para nuestra sorpresa, un magnífico escarabajo negro y brillante, característico representante del orden de los coleópteros,
desfiló ante nuestra estupefacta mirada.
-¿Qué hacemos con él? Exclamó Diego.
-Lo meteremos momentáneamente en este frasco de vidrio mientras lo dibujo en la libreta:



Después de liberarlo, llegó el turno de un descubrimiento tan accidental que no volvió a repetirse hasta pasados exactamente quince años. Se trataba de una ninfa del mantodeo Empusa pennata, o mantis palo, y me apresuré a describirlo y representarlo así:



Estas satisfactorias experiencias fueron repetidas en varias ocasiones durante tres meses sucesivos, en los que pude registrar la presencia de otros escarabajos, además de arañas, miriápodos y larvas:



A finales de año les tocó el turno a seres menos móviles, era el momento de interesarse especialmente por las plantas con flores conspicuas, o fanerógamas, que podía encontrar en el mismo lugar. No era tarea fácil porque en otoño no están profusamente representadas, pero incluso así, y esta vez ya en solitario, pude constatar en mi cuaderno la presencia en la zona de una conocida asterácea llamada diente de león:



y también diversos ejemplares del género Arum, aún sin sus interesantísimas inflorescencias en espata, además de un pequeño macizo de la ranunculácea Ranunculus bullatus o hierba bellida, de bellas flores brillantes y amarillas:



Infatigablemente, y sin abandonar el perímetro, proseguí dicho estudio llegado el invierno, tampoco muy pródigo en especies floridas pero que me brindó algunas satisfacciones, como la lamiácea Lamium amplexicaule o gallitos, de pequeños pero llamativos órganos florales:



No podía faltar en mi compendio una planta muy conocida por todos nosotros que resultaba muy abundante allí, la geraniácea Erodium sp, también llamada relojes, ya que sus frutos están compuestos de una semilla provista de un largo y flexible filamento que se libera al mínimo roce, como lo haría un resorte, para proyectarse lo más lejos posible, y a continuación, con un movimiento rotatorio, conseguir que la afilada semilla quede enterrada en el sustrato:



Arrecia el invierno, pero no desfallezco, mis observaciones me aproximan al conocimiento de algunas otras especies, como el trébol, que -aunque nos pasen bastante desapercibidas- posee unas pequeñas y poco evidentes flores amarillas. Mucho más llamativas resultan, en cambio, las inflorescencias de la Fumaria officinalis, atractiva papaverácea cuya representación no podía faltar en mi cuaderno:



Otro de mis descubrimientos fue la pilosa Cynoglossum cheirifolium, llamada Viniebla de hojas de alhelí, la boraginácea de diminutas flores purpúreas con cuyo encuentro dejé reposar los vegetales silvestres hasta la llegada de la primavera:



El año siguiente amplié mis horizontes más allá de aquel prado, objetivo de mis anteriores estudios, para explorar otros lugares más remotos. Así, en el mes de mayo las circunstancias me permitieron tomar contacto con un área bastante pedregosa del Valle de los Pedroches, al norte de la provincia. ¿Qué encontré allí? bastantes cosas que no por comunes resultan menos interesantes. Pondré como ejemplo la Matricaria chamomilla, nuestra conocida manzanilla, que se prodigaba en cierta antropizada área del lugar, y a la que dediqué parte de la celulosa de mi bloc:



Pero también tome buena nota de otro ser, que aunque bastante terrestre y sésil, no por ello pertenecía al reino vegetal, sino al de los hongos, esos seres que se ocultan a nuestra mirada hasta el momento en que un cuerpo fructífero, la seta, delata su presencia. Este fue el caso de la Amanita ponderosa, más conocida como gurumelo, que en algunos de esos pedregales resultaba tan frecuente que competía con los cantos por la hegemonía del lugar:



No abandoné la región sin notar la presencia de la ortiga y sus pelitos urticantes, característica esta que, por supuesto, no me impidió dejar cumplido registro de su presencia:



Así llegó un día de 1.984 en el que fragüé la idea de realizar un estudio sistemático de los animales del zoo, consistente en recopilar la información que de cada especie, y en forma de ficha, facilitaba dicha entidad a sus visitantes. Para ello recluté a otro de mis insignes compañeros, Antonio Luis, tan interesado en la tarea que, después de la primera sesión, incluso me animó a volver otro día para completarla. Tan extraña les pareció nuestra actitud a los chicos de nuestro entorno, que cuando pasado el tiempo supieron de nuestras insólitas actividades, nos dirigieron unos previsibles y denigrantes comentarios, a lo que mi compañero adujo en defensa de su entredicha dignidad que, para entonces, ya en el instituto, le había sido útil en clase de biología.

-continuación-

¡Biología! Eso es, estamos en septiembre de 1.985 y tenía que ampliar mi espectro de conocimientos, explorando ahora lo más diminuto de la naturaleza con ayuda de un instrumento óptico, el microscopio. Conseguí que me regalaran uno que amablemente podríamos calificar de “recreativo”. Qué más daba si no era un modelo prestigioso, lo importante es que cumplía perfectamente su cometido. En un principio, Antonio Luis, se mostró refractario e incluso burlón ante esta nueva y provocativa idea científica, o quizá solo intentaba mostrarse digno de respeto ante Manolo Ruiz, quién ya se había dejado enrolar en dicha iniciativa. Tanto debió ser así, que no tardó en suplantarlo y mostrarse fascinado por nuestras incipientes observaciones, mientras nos rodeábamos y enorgullecíamos de un equipo instrumental cada día más completo y en apariencia profesional: pequeños frascos de vidrío de todo tipo, mecheros de alcohol –encendidos-, portaobjetos, tubos de ensayo… Solo faltaban los “hallazgos”, y no se harían esperar, pero antes, como no, necesitaba un poco de rodaje:

Comencé por probar el micrótomo que había fabricado de forma sencilla con los elementos a mi alcance, y que servía para laminar tan finamente una muestra de tejido –vegetal, naturalmente-, que permitiera su observación por transparencia. Para ello sacrifiqué una raíz aérea de Monstera deliciosa, -la planta podía claramente prescindir de su servicio- por lo que pude observar los vasos por donde circula la savia sin incurrir con ello en perniciosos conflictos éticos:



Una vez saciada la imperante necesidad de probar mi sencillo instrumental, pasé a observaciones más directas, pero no menos edificantes. Para ello nada mejor que estudiar la polinización de las flores a través de sus protagonistas, es decir, el polen –procedente de los donantes que amablemente se prestaron a ello, don pedro, Pelargonium y jazmín- y el estigma que los recibe:



Prosiguiendo mi infatigable búsqueda reparé en ciertos detalles de mi alrededor que la vista no clarificaba totalmente. Era el momento de prestarle la atención debida a una extraña y manifiesta excrecencia, presente en el borde de una planta asiática de mi acuario conocida como Vallisneria rizada.



¿Y qué decir de las briofitas?, esos familiares musgos parecían exigir también su protagonismo a pesar de su reducido tamaño, efecto necesario de la ausencia de vascularización. Con el debido aumento podía observar los matices de su irregular y peculiar pigmentación clorofílica:



Después de que ciertos elementos dispares, como pulgones, cristales de cloruro sódico, plumas o fibras pasaran ante mi objetivo óptico, algo me inclinó a centrarme en los organismos acuáticos que logre cultivar en un acuario, con resultados a veces tan inesperados como sorprendentes.
Posiciono –delicadamente, claro- una inocente alga filamentosa sobre mi portaobjetos ¿Y qué es lo que veo? ¡raices!, no, no lo digo como interjección, sino literalmente, ¡pero si se pretendía que carecían de ellas! Decepción posterior: no son de verdad, solo cumplen una función de sujeción y se llaman rizoides. Lástima.



He trasladado unos berros de arroyo a mi acuario de cultivo. El día 1 de octubre de 1.985 aparecen unos extraños puntos apenas visibles que se mueven libremente y a su antojo, algunos son individuales mientras otros forman compactos tríos. Con suma delicadeza atrapo alguno y lo observo en vivo, sumergido en una gota de agua. Un extraño animálculo se presenta ante mí. Posee una cola bifurcada, unas extremidades natatorias en la parte posterior del cuerpo, un par de antenas y… ¡un ojo! solitario y estratégicamente situado en el borde de su extremo anterior. ¿Qué era este extraño y diminuto cíclope? Eso precisamente, un Ciclops, acababa de toparme con un miembro de los copépodos, una clase planctónica del gran grupo de los crustáceos.
Llegó el momento de dedicar –en mi apretada agenda- varios días de estudio a un ser que sin duda lo merecía:




-continuación-

Así fue como comprobé que dos de los puntos del animálculo se correspondían en realidad con sendos sacos de huevos que portaba a ambos lados del cuerpo. De ellos surgieron varios seres aún más diminutos con la apariencia del adulto pero exentos de cola, que ya nadan libremente. Su capacidad reproductiva es sorprendente, puesto que en un intervalo de tan solo dos días ya se habían formado nuevos sacos en el mismo espécimen, que para mi asombro, eclosionaron al tercero.
Ya en 1.986 tuve ocasión de continuar mis observaciones tras encontrar una freza del pequeño y ubicuo molusco gasterópodo Planorbis, un conocido caracol de agua dulce, que había encontrado en el acuario. Una mirada a través del ocular y pude distinguir los diminutos huevos, unos ochenta, que se encontraban inmersos en la materia gelatinosa que los aglutinaba. Dentro del huevo se podía distinguir un pequeño ejemplar, con su concha, sus ojos y su alargado corazón. Por si fuera poco, dicho caracolito se desplazaba por el interior del huevo donde aún se encontraba recluido y protegido del mundo exterior:



Poco después encontré otro diminuto ser acuático que no pude identificar, pero que disponía también de un par de ojos, y de una concha con aperturas laterales a través de las cuales podía proyectar ligeramente al exterior la parte anterior del cuerpo provista de un par de pequeños tentáculos a modo de cuernecillos.



Al final de la primavera me topé con una nueva clase de crustáceo planctónico, esta vez perteneciente a los ostrácodos. Se hace llamar Cypris virens y más se parece a un molusco, ya que como pude comprobar, está protegido por una concha bivalva aplanada y entreabierta, a través de cuya ranura proyecta al exterior tres tipos de patas articuladas diferentes: las anteriores, provistas de flecos, son útiles para nadar, mientras que las del par posterior simplemente terminan en unas curvadas y largas uñas. También parece poseer un único ojo, que enmarcado en una depresión u oquedad con aspecto fruncido, yo diría, -sugestionado o no-, que le confiere una mirada audaz.



Los años siguientes reduje este tipo de actividad, pero aún tuve ocasión de realizar, esporádicamente, interesantes observaciones como una hidra o pólipo de agua dulce que sutil y desafiantemente apareció en mi acuario



además de ciertos gusanos nematodos, con o sin espículas:





y ácaros tanto acuáticos como terrestres:



así como otras, del extremo de las patas anteriores de garrapata, quedando patente su poder de sujeción por medio de un par de diminutas uñas dotadas de una gran movilidad en su base:



-continuación-

Retornando a mis macro observaciones de 1.985, me encontré estudiando otros crustáceos de mayor tamaño en el arroyo Pedroches, en compañía de nuestros ya conocidos Diego Rosales y Antonio Luis, que visiblemente contagiados por la afición a los acuarios se afanaban en buscar peces de fondo, camarones y cangrejos de río:





Al año siguiente, 1.986, llevado por mi ánimo exploratorio, descubrí un nuevo territorio en las afueras de la ciudad, junto a un polígono industrial. No tardaron en acompañarme Manolo Ruiz y José Carlos Pérez, con ayuda de los cuales no tardé en cartografiar y delimitar la zona, cuyo hábitat más extenso era el generado por un compacto bosque de Eucaliptos, sin duda plantados allí con oscuros fines industriales:



Bajo este tupido bosque no era fácil encontrar otros vegetales, pero visitando sus márgenes pude dejar constancia de la presencia de batracios, representados por ranas en ciertas zonas encharcadas, así como babosas, culebras y lagartijas, diversas aves como mosquiteros y perdices (Alectoris rufa), u hongos basidiomicetes adosados a algún tocón de árbol:



Tampoco podía faltar el por entonces frecuente coleóptero de gran tamaño y voluminoso abdomen, conocido por “curita” (Berberomeloe majalis), debido a su color negro con finas bandas rojas:



De allí di el salto a la sierra, era el momento de alcanzar la mayor altura del término municipal, representada por el pico Torreárboles, de 692 metros sobre el nivel del mar, y estudiar la naturaleza de esas cotas. De nuevo fue Antonio Luis mi compañero, ya que su familia poseía una parcela no muy lejos de allí, que nos sirvió de lanzadera.
Era una fría mañana de marzo, pero eso no nos desanimó, comenzando raudos su ascensión en no mucho tiempo nos vimos en la cumbre, con el valle del Guadalquivir a nuestros pies. Pero no era el momento de deleitarse demasiado con las vistas, y concentrarnos en nuestro objetivo científico. Como si estuviéramos en el fin del mundo destrepamos un tramo de rocas adyacentes a la vertiente sur y encontramos su superficie tapizada de esas simbióticas formas de vida conocidas como líquenes, cuyo llamativo color anaranjado daba una nota de exotismo a nuestro pétreo recorrido.
Pero eso fue solo el principio, continuando nuestro descenso, ya por terreno más transitable dimos con un pequeño claro herbáceo, dónde realizamos un sorprendente descubrimiento que justificó todo el esfuerzo de aquél día: ¡un pequeño y recóndito macizo de orquídeas! y de la nada frecuente especie Ophrys tenthredinifera, la cual nunca he vuelto a hallar en tal densidad, encontrándola escasa y aisladamente en el mejor de los casos. Prontamente tomé debida nota y representación gráfica del descubrimiento, incluso a colores, ya que como previendo tan policromo hallazgo, había portado sabiamente mis rotuladores:



Como colofón para tan esplendida excursión, antes de finalizarla nos encontramos con un lagarto ágil, saurio de unos 20 cm de longitud de colores amarronados y verdosos que gracias a su estado semialetargado pudimos apreciar con todo detalle.

Ya en abril, llegó a mi casa, en condiciones aún no totalmente esclarecidas, una codorniz, circunstancia que aproveché para tomar oportuno registro de sus medidas biométricas, color y aspecto, además de inmortalizarla en mi cuaderno:



Se acerca el verano y con él la oportunidad de observar un insólito fenómeno del que no tenía, ni he vuelto a tener, constancia: unos murciélagos bebiendo agua en pleno vuelo. Para ello trazan círculos alrededor de su objetivo, un charco, para después, cruzándolo en línea recta, ir descendiendo, y en vuelo rasante y planeado tomar directamente el líquido de la superficie, repitiendo varias veces el procedimiento hasta darse por saciados, como dejé fielmente registrado.
Solamente una semana después, y tras ascender a la azotea de mi edificio, tuve la oportunidad de observar los blanquinegros aviones comunes, (Delichon urbicum) que son unos pequeños hirundínidos, familia de las conocidas golondrinas, que anidan colonialmente en nuestras aglomeraciones urbanas mediante la construcción en barro de unos nidos-tazas adosadas bajo cualquier cornisa aérea, y completamente cerradas a excepción del orificio de entrada. Tras un detenido seguimiento visual deje constancia de su bicolor configuración:



Y en Julio, aprovechando una oportuna visita turística al litoral de Málaga, tuve ocasión de acercarme a unos escollos para interesarme por los moluscos que allí pululan. En esta ocasión, las lapas; que firmemente adheridas a las rocas semisumergidas formaban una extensa colonia. No pude hacer otra cosa que tomar nota de su rígida superficie externa, hasta que un hecho fortuito me permitió acceder al interior, para descubrir, inesperadamente, que estos animales intuitivamente asociados con los informes bivalvos, poseen en realidad una cabeza bien definida provista de unos patentes cuernecillos.
En la segunda quincena, una serie de vicisitudes, con Diego Rosales como artífice principal, me llevaron a asistir a un campamento juvenil emplazado en el embalse de los Bermejales, provincia de Granada, suplantando la identidad de un compañero que por oscuras razones particulares declinó su asistencia en el último momento.
Sin entrar en detalles de cómo se desarrolló tan atropellada actividad, sí indicaré los aspectos naturales que pude estudiar, tratando, naturalmente, de no ser sorprendido por aquella trupe de descerebrados adolescentes.

-continuación-

Inicialmente, y aprovechando la disponibilidad de piraguas para actividades acuáticas, pude alcanzar la orilla opuesta del embalse, zona solitaria y aislada donde logré observar unos blanquinegros andarríos, ave limícola de mediano tamaño y gráciles maneras que correteaban incesantemente en busca de alimento entre la arena y el fango.
Tampoco me faltó la oportunidad de seguir las actividades excavadoras de ciertas avispas solitarias -negras y amarillas, pero en peculiar configuración- que realizaban sus subterráneos nidos en un pequeño talud arenoso, utilizando para ello sus patas anteriores, mientras acompasadamente subían y bajaban el abdomen para que la tierra pudiera ser proyectada al exterior sin mayor impedimento.
Llegado noviembre, y ya con más libertad de acción, pude iniciar el estudio de una zona próxima al paraje de Peñaladrones, situada hacia el noroeste de la provincia, en Sierra Morena, donde pude acudir repetidamente durante los dos años siguientes. La zona contenía una cierta variedad de hábitats representados por una llanura más o menos despejada, con alguna parte cultivada, unida a montes mixtos. Tampoco faltaban los bosques de pinos donde abundaban en esta época del año los codiciados níscalos (Lactarius deliciosus), a los que pude confrontar con otra especie muy similar que crece sin embargo bajo las encinas, el níscalo falso (Lactarius torminosus), cuyo parecido podría confundir a los menos avisados, a pesar de presentar un sombrerillo más pálido y cubierto de largos pelos que le otorgan un aspecto más áspero. Afortunadamente es también comestible, previa cocción.
Pero no faltaban otras especies, entre el monte y la llanura, dignas de atención, así en mis periplos iniciales encontré tanto aves de pesado y sonoro vuelo, representadas por las perdices (Alectoris rufa), cuyas bandadas escapan de la presión cinegética al menor atisbo de peligro, como de rapaces que esperan una oportunidad, pasando por córvidos como las urracas (Pica pica) o los rabilargos, que formaban grupos específicos de unos 20 individuos, graznando y deambulando por doquier. En representación de las pequeñas avecillas se encontraban desde el diminuto herrerillo común, del monte mixto, a los numerosos trigueros de la llanura más o menos cultivada.
Para diciembre encontré una pequeña y aislada agrupación de membrillos luciendo sus frutos amarillos, algunos ya caídos sobre el suelo, al igual que muchas de sus hojas, mientras mostraban sus despobladas ramas cubiertas de líquenes:



Durante binomio 1.987/1.988 en que continué el estudio del área, tuve ocasión de registrar y dibujar en mi cuaderno una interesante diversidad de seres. En enero, decidí inspeccionar un arroyo de cierta entidad que recorría el paraje para observar los efectos que hubieran podido provocar las abundantes precipitaciones del mes anterior. Efectivamente, la crecida dio paso a un régimen normal, pero dejó sobre las orillas arenosas un resto insospechado: valvas de mejillones de agua dulce que sin duda procedían de algún banco oculto normalmente bajo las aguas:



Retornando a cotas algo más elevadas, ya a mediodía, encontré una larga cadena de larvas de procesionarias, de solo 1’5 cm de longitud que se desplazaba por el suelo, todas siguiendo marcialmente a la que se encontraba en cabeza dirigiendo el grupo:



Al acercarme a los regajos que vertían sus aguas al mencionado arroyo, no tardé en notar cómo las adelfas (Nerium oleander), que solo dos meses atrás presentaban sus rojas vainas aún cerradas, las tenían ahora abiertas, y difundiendo al viento sus semillas, convenientemente provistas de unas plumillas en forma de paracaídas para asegurar una buena dispersión:



Poco después, ante de terminar mi recorrido, tuve ocasión de encontrar entre garcillas bueyeras, rapaces y palomas torcaces, una babosa completamente negra (Arion ater) que mientras reptaba tranquilamente por el suelo se dejó pacientemente dibujar.



La primavera me permitió nuevas observaciones. Entre las encinas, una pareja de diminutos herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) se desenvolvían con su acostumbrada agilidad; a lo lejos una pareja de grajas exhibía un curioso comportamiento: mientras vuelan juntas siguiendo el curso del río, una de ellas, tras algunos jugueteos con su compañera, decide bruscamente dar media vuelta y abandonar su compañía, marchándose por donde había venido. Ya habían desaparecido ambas cuando llegué al lugar, pero entre las aguas me esperaban otros acontecimientos, como el pequeño notonecta o barquero, chinche acuática que se desplaza utilizando sus patas como remos:



Entre tanto, me percaté de que varios galápagos me vigilaban desde la orilla. Mientras me mostraba distraído se mantuvieron en sus posiciones, con el cuello estirado, pero cuando se sintieron descubiertos emprendieron una rápida fuga que les llevó hasta la seguridad de las aguas y las masas vegetales palustres:



Como perfecto marco ambiental, me encontraba rodeado de una florida alfombra de cantueso (Lavandula stoechas), que invadiéndolo todo y partiendo del curso de agua, atravesaba el prado, llegando incluso a encaramarse a los montes que cerraban el perímetro.



En primavera, mis indagaciones me llevaron hasta una pequeña colonia de abejarucos, bella ave de llamativos y brillantes colores -no en vano inverna en África tropical-, cuyos nidos consisten en largos túneles excavados en un talud del terreno, sobre los cuales, y utilizando una antropogénica valla de alambre, se encontraban plácidamente posados en actitud de descanso y contemplación:


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Ultima edición por enigm el 08/12/2023 21:25, editado 16 veces
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enigm
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MensajePublicado: 23/11/2023 08:21    Asunto: Responder citando

En el anterior post, he añadido y completado la etapa de microscopía de esta historia, si le doy continuidad, volveremos a ver plantas y animales observables a simple vista. Razz
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Mortantonio
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MensajePublicado: 23/11/2023 10:38    Asunto: Responder citando

Muchas gracias por esta nueva entrega. Me gusta más la vida no microscópica, pero también me parece interesante.
Me estás despertando mi parte científica. El otro día me descargué una app para identificar el nombre de flores, plantas, árboles, etc. y voy por ahí haciendo fotos como un loco...
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MensajePublicado: 26/11/2023 16:08    Asunto: Responder citando

Very Happy Eso está muy bien, Mortantonio, me alegra que te animes a la observación. Ya había oído hablar de esas aplicaciones, es bueno todo lo que facilite el aprendizaje y el conocimiento de la naturaleza.
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MensajePublicado: 29/11/2023 07:33    Asunto: Responder citando

Continúa el relato de más arriba con nuevos párrafos y dibujos. ¡El descubrimiento de la naturaleza no se detiene! Razz
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Mortantonio
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MensajePublicado: 30/11/2023 10:56    Asunto: Responder citando

Muchas gracias por la nueva entrega. Me gusta como lo estás narrando.
Espero que nos cuentes pronto tus aventuras en el campamento.
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MensajePublicado: 08/12/2023 23:44    Asunto: Responder citando

Very Happy Las contaría encantado, Mortantonio, pero este libro trata de la naturaleza recogida en mis cuadernos de campo y a ello debo remitirme. Razz

Ya está lista la siguiente entrega, insertada en el post de más arriba.
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Mortantonio
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MensajePublicado: 11/12/2023 10:48    Asunto: Responder citando

Gracias de nuevo por esta nueva entrega. Como siempre, muy entretenida.

¿Llevas anotado una relación de las especies que has visto, cómo las personas que llevan su listado de avistamiento de aves?
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enigm
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MensajePublicado: 14/12/2023 18:34    Asunto: Responder citando

Sí, Mortantonio, tengo una base de datos con todas mis observaciones, es decir, con todas las especies, lugares y fechas especificadas en ellas. Es muy importante para poder manejar tanta información. Razz
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ase62
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MensajePublicado: 15/12/2023 10:32    Asunto: Responder citando

Está espectacular, enigm. Gracias por compartirlo Wink

Una sugerencia (si sirve para algo, a mí me molaría): Podrías incluso poner todos los escaneos en un fichero .cbr a modo de libro o cuaderno de naturalista, de manera que hasta se pudiera guardar para su referencia digital. Aparte de que se puedan comentar cosas en este hilo, claro.
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enigm
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MensajePublicado: 17/12/2023 00:31    Asunto: Responder citando

Very Happy Gracias por la sugerencia, Ase62, pero prefiero que los que quieran verlo lo hagan entrando aquí, en el foro. De todas formas no descarto imprimir algunos ejemplares si llego a terminarlo.
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ase62
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MensajePublicado: 17/12/2023 11:01    Asunto: Responder citando

Me parece muy bien, Enigm. Y aquí seguirá ese maravilloso cuaderno de naturalista para su consulta, claro que sí Wink
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